¡DICIEMBRE! En mayúsculas y subrayado si es posible. ¡Qué mes! Con el paso del tiempo comencé a darme cuenta que tiene algo especial. Los que me conocen saben muy bien que soy una máquina de trabajar. No suelo parar en todo el año y hasta me cuesta tomarme vacaciones. Hasta hace muy poquito seguía con mi ritmo 24×7 y diciembre era igual que marzo, que enero o que cualquier otro mes del calendario. Sin embargo, el tiempo me hizo dar cuenta que nada es eterno, que ningún día es igual al otro y que el aquí y ahora vale la pena disfrutarlo.

El último mes del año tiene a la mayoría “patas” para arriba, pero ¿por qué? No tengo una respuesta exacta, pero sí sé que se vive muy intenso. Supongo que será porque queremos hacer todos esos pendientes que nos quedaron el tintero y que no hicimos durante el año, tal vez nos apuramos por terminar y dejar todo prolijo para tomarnos unas merecidas vacaciones o simplemente nuestra cabeza comienza hacer balances, donde generalmente vemos el vaso medio vacío.

Como les conté en el comienzo, a mí siempre me costó poner el freno de mano. Para mí diciembre solían ser todos los meses. A las corridas, con lista de pendientes para resolver pero siempre proyectando cosas nuevas. Crear está bueno, es una sabia manera de ejercitar la mente. Pero esa creación tiene que ir de la mano con creer. Crear y creer, dos fuertes palabras que a mí entender son hermanas inseparables.

Ustedes me dirán que tiene que ver fin de año con crear y creer… Mucho… Estar a mil por hora y crear sin freno no significa que estés haciendo las cosas bien. Algo parecido sucede con fin de año. Que quieras hacer todo lo que no hiciste durante un año en menos de treinta días tampoco.  

Si creo, creo. Si simplemente cambiamos la forma de ver las cosas, las cosas cambian de forma. Este juego de palabras no es más que tomar el tiempo con más calma y que si vas a crear algo que sea a favor de creértela un poquito más. Si vas a ir por aquello que deseas, que sea con la certeza de que crees en tu nuevo proyecto. Que no tengas la necesidad de “ver para creer”, sino de tirarte al vacío porque crees en vos mismo. En diciembre no te pido que hagas la plancha, pero sí que seas sabio para destinar tu tiempo en aquellas cosas que te sirvan para crear y creer en que vos podes, a pesar de que el balance del año no sea tal como lo esperabas. A veces el debe y el haber no cierran a la perfección y eso también está bien.

Para terminar esta editorial, les propongo que juntos hagamos una especie de ritual para transitar estos días más relajados, con más conciencia en el aquí y ahora para crear y creer e intencionar para lo que viene: 

Tomate tu tiempo para comenzar el día. Despertate unos minutos antes, desayuná tranquilo y mientras lo haces poné tu cabeza en blanco.

Durante el día, aflojale a las tensiones y pará cinco minutos a reconectarte con vos mismo.

Hacé esa actividad física que te saque de encima el día. Puede ser una actividad power, yoga, meditación o la que te guste para terminar la jornada de la mejor manera.

Antes de irte a dormir, tranquilizá tu mente. No vayas a descansar enroscado. Poné tu cabeza en blanco.

Visualizá un deseo e intencionalo. No hay nada más lindo que irse a dormir con esa sensación que algo maravilloso puede suceder.

Ahora sí, te deseo un feliz diciembre y un grandioso comienzo de año. Creá, cree e intencioná fuerte. Te deseo descanso y re conexión con vos mismo. Nos volvemos a ver en el 2023.