El imprescindible del invierno, la “capa”

En el contexto de la moda, siempre han existido prendas que evolucionan a través de los años, pero que nunca dejan de ser un elemento clave en el armario. Una de ellas, las más fundamental en los días más fríos, y que a la fecha sigue sobresaliendo con diferentes estilos, colores y cortes innovadores, es el abrigo.  

Es aquella prenda que perfecciona un look, disimula lo que no es y transforma lo que se desea ver. Los grandes diseñadores aseguran que un abrigo es la individualidad visual que manifestamos al mundo. Si bien durante la Segunda Guerra Mundial, formaba parte del uniforme de los soldados, no tardó mucho tiempo en adoptarse como prenda tanto femenina y masculina. La estructura del abrigo, entre las décadas de 1940 a 1960, fue cambiando radicalmente, pero año tras año comenzó a cobrar tal importancia que ya no sólo se usaba para abrigarse de las crudezas del frío, sino que también se incorporó en los guardarropas por su versatilidad, glamour y acentuación de la silueta femenina. 

Los abrigos tienen historia. Desde una mirada más moderna, en 1947, y con el boom del New Look de Dior, se destacaron aquellos con cortes ajustados que marcaban visiblemente la cintura de la mujer. Luego en 1950, y en contrario a las líneas de Dior, el abrigo cambió de estructura de manera radical. Este era completamente suelto, el cual permitía llevar prendas anchas por debajo, con un corte desestructurado con detalles decorativos como un cuello astracán y botones grandes. Es así como la línea histórica no paró de evolucionar, y en 1952 comienza a ser furor la “capa corta”, abrigo que rompió absolutamente todas las formas conocidas, pero que aportó elegancia y autenticidad al armario femenino.  

La capa fue un éxito para ese entonces. Generalmente llevaba un cierre con botones que contrarrestaba el color del abrigo y en combinación se utilizaba una falda por debajo de la rodilla. Todo esto complementado con sombreros y guantes, un verdadero símbolo de estatus. En la actualidad, volvió a resurgir en las pasarelas de la Semana Internacional de la Moda y ya tiene un atractivo global, que sin duda será la prenda elegida por muchas este invierno que se avecina.  

Anne Gunning en 1952 modelando un abrigo de piel de Revillon

¿Por qué vas a quererla? 

Porque la capa es una prenda básica. Eso le confiere un atractivo ideal para hacer una buena inversión y tenerla por muchos años en el guardarropas. Por otro lado, se fabrica en diversos materiales, desde cuero a piel sintética o lana, lo que la convierte en una prenda adecuada tanto para temperaturas más frías como también de media estación. 

¿Cómo combinarla? 

La capa al ser una prenda básica se puede combinar y utilizar de mil maneras.  

Se sabe que es sumamente elegante y que con muy poquito el total look puede denotar sofisticación. Hay quienes la usan para eventos de noche con vestidos, pantalones, polleras y blusas formales; y hay otros que deciden utilizarla para el día a día con jeans, sweaters, camisas informales y hasta incluso con zapatillas, para darle un estilo más urbano.  

En cuanto a los colores, generalmente se destacan los neutros, pero también hay quienes las prefieren en tonalidades vibrantes para que la capa sea el centro de atención del look.

Por otro lado, hoy en día, la capa ha reversionado sus largos y estructuras. Desde cortes por debajo de la cintura hasta casi llegando al piso, con aberturas a los costados o en centro, con volúmenes llamativo en mangas y pliegues que agarran los costados de los brazos.

La capa es una prenda culturalmente histórica que ha perdurado a lo largo de los siglos y se ha convertido en un elemento básico del mundo de la moda. El auge de lo descontracturado pero al mismo tiempo elegante, le ayudó a ganar terreno, empujándola a ser una pieza protagonista durante los próximos meses. 

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