En el escenario de la economía actual y los nuevos mercados, donde las crisis ambientales exigen respuestas inmediatas, Marina Arias emerge como una voz visionaria desde la Dirección Ejecutiva de Sistema B Argentina. Desde sus inicios en 2012, Sistema B se ha erigido como una propuesta de innovación, desafiando la concepción tradicional del sector privado al posicionarlo como un agente de cambio esencial. 

En una entrevista con PlushMag, Marina comparte la filosofía intrínseca de Sistema B, una organización que busca construir ecosistemas propicios para las Empresas B y otros actores de triple impacto. Su enfoque trasciende los límites convencionales, buscando transformar la economía al poner en el centro a las personas, las comunidades y el planeta. 

Las Empresas B, impulsadas por un propósito claro, se comprometen públicamente a mejorar continuamente su impacto en tres dimensiones fundamentales: social, ambiental y económica. En este viaje de mejora constante, Sistema B actúa como guía, proporcionando estándares y herramientas que facilitan la certificación B, permitiendo a las empresas contribuir a la creación de un sistema económico más inclusivo y sostenible. 

Marina Arias nos insta a reconocer la interdependencia como clave para abordar los desafíos actuales. Nos invita a entender que nuestras acciones impactan en otros y que, como parte de una comunidad más amplia, nuestras colaboraciones pueden generar un cambio significativo. En este contexto, las Empresas B se convierten en motores de un movimiento global, demostrando que es posible hacer negocios de manera responsable y sostenible. 

En el corazón de la filosofía de Sistema B está la coopetencia, la transformación de la competencia en colaboración. Se impulsa la idea de “y” en lugar de “o”: rentable y responsable, social y ambientalmente. Marina nos invita a pensar en la economía de manera integrada, reconociendo que la disociación solo profundiza las problemáticas que buscamos revertir como sociedad. 

En este viaje hacia una economía consciente (ver más), Marina destaca la importancia de medir el impacto socioambiental a través de la Evaluación de Impacto B. Este proceso no solo nos lleva a cuestionarnos y expandir nuestra conciencia, sino que también nos impulsa a pasar a la acción. La transparencia en este proceso es la clave para evolucionar y construir una economía que favorezca a las personas y al medio ambiente, colocándolos en el centro de nuestras decisiones. 

En esta entrevista, Marina Arias nos lleva hasta el núcleo de Sistema B y nos invita a repensar cómo las empresas pueden ser agentes de cambio positivo en el mundo actual. 

Marina Arias, Directora Ejecutiva de Sistema B Argentina

Sistema B se enfoca en la construcción de una nueva economía más justa, equitativa y regenerativa. ¿Cómo contribuye la organización a la creación de este sistema económico inclusivo y sostenible? 

Sistema B nació en 2012 con la fuerte intención de generar soluciones a gran escala ante las crisis sociales y ambientales más urgentes, entendiendo al sector privado como agente de cambio, lo cual resultó innovador en el escenario del momento. Desde entonces, trabajamos con la misión de construir ecosistemas favorables para Empresas B y otros actores de triple impacto que utilicen la fuerza de mercado para resolver las problemáticas planetarias.  

Estamos transformando la economía para poner en el centro a las personas, las comunidades y el planeta. Y esto lo hacemos promoviendo, como principal agente de cambio, a las empresas, impulsando la creación de impacto positivo en tres dimensiones: social, ambiental y económico. En este camino, surgen las Empresas B, compañías que persiguen un propósito y se comprometen pública y legalmente a mejorar su impacto socio-ambiental en un proceso de mejora continua. 

Desde Sistema B creemos que como humanidad nuestro mayor desafío implica dar respuesta a los problemas sociales y ambientales a gran escala. Aún con todos los  esfuerzos de gobiernos locales, nacionales, organismos multilaterales, RSE y organizaciones sociales, la crisis se ha profundizado. Con esa premisa es que buscamos facilitar que las empresas mejoren su impacto social y medioambiental con nuestros estándares y herramientas, acompañándolas en el proceso de certificación B y que así contribuyan a la generación de un sistema económico más inclusivo y sostenible.  

Sistema B es fundamental para que cada vez más empresas se transformen bajo este enfoque sostenible y sustentable pero al mismo tiempo competitivo en un futuro. ¿Cómo funciona el proceso y cuáles son los principales criterios que deben cumplir las empresas para obtener la certificación de “Empresa B”? 

El proceso dentro del camino de impacto de una empresa, de cualquier sector y tamaño, comienza con la medición de su impacto. Peter Drucker dice que “lo que no se mide, no se puede mejorar”. Es por eso que desde Sistema B acompañamos a empresas en la medición y gestión de su impacto, a través de distintas propuestas y programas. Para esto, utilizamos la Evaluación de Impacto B, una herramienta integral para conocer, medir y gestionar el desempeño social y ambiental de las empresas, analizando 5 áreas de impacto: Gobernanza, Trabajadores, Clientes, Comunidad y Medio Ambiente. Es una evaluación online, gratuita y 100% confidencial que se adapta a cada tipo de empresa según industria, tamaño y mercado. 

Para certificar B, una empresa debe superar 80 puntos (de 200) en la Evaluación de Impacto B y atravesar un proceso de evaluación que valide la información, llevado adelante por B Lab, el único ente a nivel global que otorga la certificación de Empresa B. En caso de obtener el sello B, para mantener la certificación, la empresa es evaluada cada tres años a partir de los estándares de la herramienta, que van creciendo acorde a las urgencias planetarias. Por eso hablamos de un camino de mejora continua. 

Obtener la certificación de “Empresa B” es un proceso importante. ¿Cómo funciona este proceso y cuáles son los principales criterios que deben cumplir las empresas para obtener la certificación? 

Lo primero es la convicción de empresarias y empresarios a seguir este camino de convertir a sus empresas en actores de cambio que contribuyan con el bien común. La certificación B es un camino voluntario, donde la empresa se compromete legal (a través de la modificación de su estatuto) y públicamente a medir y gestionar su impacto social y ambiental en un camino de mejora continua. Para ello contamos con la Evaluación de Impacto B, una herramienta gratuita diseñada para ayudar a medir y gestionar el impacto en relación a su gobernanza, sus trabajadores, la comunidad, los consumidores y el medio ambiente. 

La Evaluación de Impacto B fue diseñada como una hoja de ruta para activar la transformación hacia modelos de negocio de impacto. Proporciona información sobre dónde está parada la compañía desde la perspectiva social y ambiental del negocio y, a la vez, es una herramienta de gestión que le permite evolucionar a partir de indicadores concretos, sin perder de vista los resultados del negocio. 

Sistema B menciona que las empresas certificadas deben medir su impacto en cinco áreas claves, incluyendo gobierno, trabajadores, clientes, comunidad y medio ambiente. ¿Cuáles son algunos de los desafíos más comunes que las empresas enfrentan al evaluar su impacto en estas áreas? 

No podemos mencionar desafíos específicos por áreas porque los hay en todas y dependen del tipo de empresa. Algunas están orientadas a tener mayor puntaje y acción en determinadas áreas por sobre otras por sus propias características y por la naturaleza del negocio. Por ejemplo, una cooperativa va a tener mayor puntaje en el área de gobernanza y una empresa que impacta directamente en el ambiente va a tender a tener más trabajo en ese aspecto que en lo social.  

Pero sí podemos señalar un desafío mucho más amplio y general con el que se encuentran muchas empresas cuando inician este camino: entender cómo se mide una empresa bajo estas 5 dimensiones. No estamos acostumbrados a entender la empresa de esta manera, entonces la Evaluación de Impacto B lo que nos permite sobre todo es un entendimiento, ponernos nuevos lentes para ver cosas que hasta acá no veíamos.  

Luego, generalmente la empresa se encuentra con el desafío de medir las acciones que lleva a cabo en materia de sustentabilidad, que suelen ser dispersas y no sistematizadas. Aquí entra en juego nuevamente la Evaluación de Impacto B, que permite visibilizar esas acciones, aprender a medirlas, comprender el impacto que generan y determinar si vale la pena seguir haciéndolas o si hay que hacer algo diferente. 

Un último desafío, pero que en definitiva será el más relevante en el camino de la empresa, es entender si tiene un modelo de negocio de impacto o no. Hoy la Evaluación de Impacto B nos permite saber si la empresa tiene buenas prácticas y cuáles, pero sobre todo si tiene un modelo de negocio de impacto desarrollado o no. Tener un modelo de negocio de impacto significa que a medida que la empresa crece y se desarrolla, genera impacto positivo a través del core de su negocio. Entonces, el desafío mayor es esta transformación y detectar estas oportunidades a partir de la Evaluación de Impacto B. 

Las Empresas B son un modelo de negocio completo y distinto. Para entender mejor sus procesos, ¿podrían proporcionarnos ejemplos de cómo demuestran que es posible resolver problemas socioambientales a través de sus operaciones de negocio en su totalidad? 

Un ejemplo en la industria textil es Flandria, una Empresa B nacional recientemente certificada. Se dedica a la producción de telas y sus principales líneas de producto son denim, whitedenim y workwear. Como productores de materia prima fundamental para la industria, su impacto tiene un alcance muy importante, ya que provee a muchísimas marcas que confeccionan un producto final a ser consumido por todos nosotros. 

Como empresa de fabricación textil, Flandria conoce perfectamente la importancia de cuidar su impacto ambiental, sin descuidar su impacto social. Concretamente, llevan a cabo las siguientes acciones: 

Ahorro de consumo eléctrico en proceso de tejeduría (10%) mediante la instalación de un equipo controlador de compresores que disminuye su operación en vacío y por ende permite un mejor aprovechamiento de la energía. 

Recupero de energía térmica mediante una instalación en las calderas que permite utilizar el retorno del agua condensada para precalentar el agua de ingreso a la misma y de esta manera disminuir el gradiente térmico necesario para alcanzar la temperatura requerida. 

Tratamiento de efluentes industriales: la empresa cuenta con una planta de tratamiento de efluentes con proceso aeróbico que permite tratar la totalidad de los efluentes generados, devolviendo el agua limpia a su entorno natural en el río Luján. 

Minimizar el uso de materiales con impacto ambiental negativo 

Huella de carbono: se realizó la medición junto a la Empresa B especialista The Carbon Sink y están evaluando alternativas para su reducción. 

Huella hídrica: se busca la reducción mediante la colocación de caudalímetros, electroválvulas de corte de agua, medidores de nivel en bateas de proceso, capacitación del personal, entre otras. Se logró reducir en más del 30% desde su primera medición en 2019. 

  

Todos estos esfuerzos de Flandria se traducen en los siguientes logros, que ponen en evidencia que es posible hacer negocios poniendo en el centro a las personas y el planeta: 

735.221 kwh ahorrados en consumo energético por año. 

46.266.300 litros de agua ahorrados. 

20.500 kgs de desperdicio de algodón reutilizados en la fabricación de tejidos por mes. 

1.600.000 litros de agua tratados en nuestra planta de efluentes aeróbica por día. 

PlushMag es un medio digital de moda sustentable y sostenible con el medio ambiente al que le encanta ver como más empresas se unen con un propósito claro: crear un impacto positivo en la sociedad y el medio ambiente. ¿Pueden compartirnos un ejemplo inspirador de una empresa que haya logrado un impacto significativo o esté marcando la diferencia en la región de América Latina en estas áreas? 

Otro caso destacable en la industria de la moda es Animaná, una Empresa B productora de prendas de vestir, accesorios y decoración, que están realizados a mano con técnicas ancestrales de tejeduría y utilizando fibras naturales biodegradables y recicladas, como el algodón reciclado y los camélidos. Todos los procesos de la creación del producto son naturales y artesanales: por ejemplo, en Animaná las prendas se lavan con jabones naturales y se utiliza plancha al vapor. Las fibras naturales son repelentes al agua, ignífugas y resistentes por naturaleza, por lo que no requieren de tratamientos químicos. Además, sus diseños son atemporales y universales, de manera que promueve la compra responsable y consciente y desestima el fast fashion. 

En este contexto, Animaná trabaja más allá del diseño, que es sólo una parte del sistema, su misión es preservar a las comunidades locales, cuidar al medio ambiente y generar riqueza local, formando artesanos y productores, priorizando los procesos de producción sustentables y, a su vez, generando una cadena de valor ética, sostenible y transparente. 

Así, logran crear un modelo que trabaja sobre toda la cadena de valor de los productos, en transparencia, trazabilidad y fortalecimiento de las buenas prácticas. Esto abarca desde la esquila para la posterior producción de fibras naturales; el diseño como elemento de creación de productos de larga vida, contemporáneos y atemporales; hasta la comercialización. Gracias a este ecosistema, han logrado integrar a más de 8.500 artesanos, 20.000 productores de fibras naturales, 350 MIPYMES en forma directa en Los Andes, que trabajan sus fibras con respeto, pasión y exigencia. 

Además, Animaná nutre permanentemente a su organización hermana Hecho por Nosotros, ONG con presencia mundial que cuenta con estatus consultivo dentro de las Naciones Unidas para profundizar la transformación del paradigma de la moda sostenible hacia una economía regenerativa y circular. Animaná y Hecho por Nosotros están actualmente involucrados en un proyecto de co-creación con la marca Puig a través del makers program, siendo esta una de sus muchas co-creaciones con marcas reconocidas internacionalmente, con el objetivo de generar intercambios que ayuden a enriquecer y liderar el camino hacia el cambio sistémico e integral en la industria textil y de la moda. 

Desde Sistema B hacen foco en la “interdependencia” como un elemento clave de las Empresas B. ¿Cómo fomenta su organización la colaboración y la creación de una comunidad de empresas comprometidas con un propósito más allá de lo financiero? 

La interdependencia es entendernos como parte de algo más grande y tomar conciencia de que nuestras acciones impactan en las demás personas, de la misma manera en la que las acciones de las otras personas impactan en mí. Si no logramos entender este principio, las decisiones tomadas de forma personal y/o lineal nos pueden llevar a grandes crisis como las actuales. Esta interdependencia, nos permite sentirnos parte del problema, y por tanto, parte de la solución. Y entendernos no como organizaciones aisladas, sino como parte de una comunidad más amplia, que al sumar sus esfuerzos mueven grandes cosas teniendo un propósito común. 

Las Empresas B forman parte de un movimiento global de empresas que demuestran que se puede hacer negocios desde este nuevo paradigma. La B da lugar a una identidad compartida y genera un sentido de comunidad en los empresarios y empresarias que hoy deciden hacer las cosas distintas y poner a sus empresas en el lugar de agentes de cambio social y ambiental. Se sienten parte de la comunidad porque comparten estos valores, esta forma de pensar y hacer las cosas, comparten la construcción de un bien común más allá de las ganancias económicas. Ser parte de esta comunidad es hallarse entre verdaderos pares y cuando las Empresas B se encuentran, buenos negocios nacen en un sentido muy amplio. 

Desde Sistema B, y como esencia de lo que impulsamos en las nuevas economías, promovemos el espíritu de colaboración, transformamos la competencia en coopetencia, de poner el propósito en el centro y de sumar todos nuestras voluntades y acciones para impulsarlo. Creemos en la abundancia y no en la carencia, por lo tanto hablamos de “y”, no de “o”: rentable y responsable social y ambientalmente. Debemos pensar la economía de forma integrada, seguir disociándola es profundizar las problemáticas que como humanidad queremos revertir. 

Para cerrar y para inspirar a que más empresas se sumen a este movimiento. ¿Cuál es la importancia de que las empresas sean transparentes en relación a sus impactos sociales y ambientales? ¿Cómo ayuda esto a construir una economía más sostenible? 

Para ser parte de la solución, primero debemos reconocernos como parte del problema. 

Luego, entendiendo que no nos enseñaron a medir el impacto socioambiental que generamos, comienza un camino donde empezamos a entender las dimensiones del impacto que como organización generamos y para eso está la Evaluación de Impacto B, para traernos preguntas, expandir la conciencia y así pasar a la acción. Ser transparentes en esto nos permite evolucionar y dar paso a esa economía que juegue a favor de las personas y el ambiente, poniéndolos en el centro de las decisiones.