Si algo le faltaba a diciembre era el condimento extra del “Balenciaga gate”. Parecía estar todo estar bajo control, luego del polémico mes de octubre, donde la propia casa de lujo trataba de alejarse de toda polémica y amenazas contra su imagen, en relación al escandaloso vínculo que la firma tenía con el artista Kanye West por sus comentarios desafortunados antisemitas. Sin embargo, a comienzos de diciembre, todo comenzó nuevamente a ponerse bastante oscuro, ya que su director creativo Demna Gvasaglia, arremetió, en una campaña gráfica que terminaba incorporando al Gift Shop de la marca, productos de sus últimas dos colecciones junto con fotografías de niños posando con peluches vestidos con accesorios sadomasoquistas, arneses, candados y chockers.  

Claro está que, frente al impacto y la divulgación de estas fotografías, la repercusión que tuvo fue pésima y las redes no tardaron en “cancelar” a la marca, a pesar que la misma pidió disculpas públicas y borró todo su material fotográfico de inmediato. En las redes todo se sabe y todo se ve, es por eso que, través de un supuesto descuido, en campañas y desfiles pasados que expuso la firma con anterioridad, se abrió un universo a parte y los detectives de Twitter e Instagram decidieron acercar el zoom en cada una de sus últimas campañas.  

Es así como el influencer Santiago Maratea, realizó un resumen en sus historias sobre lo ocurrido donde dejó totalmente de lado un despiste u error de la firma ya que, como se mencionó, las campañas anteriores a estas fotografías ya mostraban un claro indicio que terminó con este material tan cuestionado por tratarse de niños vinculados al sadomasoquismo. Si bien se declara fanático de la marca, el influencer no tardó en mostrarle a sus seguidores la teoría conspirativa sobre Balenciaga, el abuso infantil y la pedofilia.  

En primer lugar, en la colección Primavera 2023, que realizó la firma junto con Adidas, que pretendía replicar un entorno de oficina de un bufet de abogados, se pueden observar claros signos en las fotografías que las conectan, por un lado, con un hombre procesado siete veces por abuso infantil y por otro lado, debajo de una cartera, se puede visualizar una página de un fallo de la Corte Suprema ratificando la “Ley Protect”, ley que penaliza la publicidad, promoción, presentación o distribución de imágenes sobre explotación sexual de niñas, niños y adolescentes en ese país.    

Campaña Primavera Balenciaga x Adidas

Por otro lado, también fue muy impactante cerrar la esta analogía en relación al desfile de la firma en la presentación de su colección “Summer 2023”, donde en un escenario poco feliz, tenebroso y colmado de barro, se puede observar a algunos modelos, de aspecto andrógeno, fiel al estilo Balenciaga, llevando fulares con muñecos que simulaban ser bebés, colgados de sus cuellos.  

Desfile Balenciaga – Colección “Summer 2023”

El papel que juegan las redes sociales por estos días es crucial. A veces solemos pensar que las mismas son un universo gigantesco, pero en la práctica, son más pequeñas de lo que creemos, ya que un contenido se puede volver viral en tan solo segundos. Si de moda y tendencias hablamos, ya sea en el detrás de porqué una celebridad viste el nuevo ítem de una colección, los majestuosos desfiles que se realizan en la Semana Internacional de la Moda o hasta incluso, en algunos casos, por los estilismos salidos de contexto, que se recrean para presentar una colección, las firmas que marcan el ritmo de la industria fast fashion son las que, en un mundo en el que redundan la información y los estímulos, hay que hacer todo lo posible para seguir siendo viral entre los consumidores, hasta incluso realizando acciones poco salidas de lo correcto. 

Pero así y todo, quien gana este juego es el que, en su objetivo de comunicación es viral a causa de contar un storytelling que llegue al consumidor y que apele a todos sus sentidos, convirtiéndolos en mejores personas. En este caso, una de las firmas más importantes de la historia de la moda, se podría decir que se hundió sola por malas estrategias comunicativas, ya que evidentemente se olvidaron sobre la moral y fundamentalmente que con los niños no se juega.