Evolución del vestuario: qué estilismos marcaron las décadas del ‘60, ‘70, ‘80 y ‘90
A la moda generalmente se la conoce como algo frívolo. Sin embargo, la moda es mucho más de lo que se cree. Si bien suele ser definida como un conjunto de prendas de vestir, adornos y complementos basados en gustos, usos y costumbres que son utilizados por una sociedad determinada durante un periodo de tiempo y que suele estar asociada a una tendencia característica, la moda es el fiel reflejo de la evolución cronológica de determinado país a través de las prendas de vestir. Esta cuestión marca la situación económica, social, cultural, artística y hasta incluso política que atraviesa un país en un momento específico.
Se considera a la moda como el arte capaz de diseñar y crear el vestido, en relación a una estética clara según el momento que atraviesa una sociedad en particular. El vestuario mutó a lo largo de los años y la historia del mismo fue el encargado de dejar huellas vinculadas a los diferentes estilos que en la actualidad eligen millones de personas para seleccionar las prendas que utilizan, según su comodidad y gusto personal.
Por otro lado, la moda siempre estuvo relacionada al carácter estético, a los factores geográficos, religiosos y sexuales, ya que no solo refleja el gusto y el carácter de su portador, sino que también estas otras cuestiones fueron y son de gran importancia para diseñadores porque deben producir aquellas prendas y accesorios que la sociedad demanda. Nunca se ha puesto de moda algo sin que se hayan dado anteriormente las circunstancias preparatorias para que esa prenda cobre una dimensión específica y colectiva. No es lo mismo cómo se utilizaba el corset en el 1900 que en la actualidad. Lo mismo sucede con la identidad de género y las prendas inclusivas para todo tipo de cuerpo o hasta la libertad que hoy en día es palpable y se ve con claridad entre hombres y mujeres en relación a las prendas “unisex”.
Como en cualquier otro ámbito, la historia ayuda a construir ideas sociales que desde la perspectiva del estudio del pasado permiten comprender el presente y proyectar el futuro. En este sentido, y el amplio campo de estudio de la Historia de la Moda, resulta de utilidad para comprender su dinámica actual, tanto del componente creativo, como también ayuda a entender la construcción de la imagen de los individuos que se han configurado en principales cambios sociales, hasta obtener de ellos estilos característicos.
Los ‘60: la juventud se cuestiona, la música como elemento de revolución y la polémica minifalda
Esta década se caracterizó como un periodo basado en el cuestionamiento y la rebeldía. Aquella generación conocida hoy día como los “Baby Boomers” llegaron a estos años con la edad suficiente para liderar la sociedad. Esta generación se cuestionó sobre la forma en la cual sus antecesores configuraron el mundo y la música tuvo mucho que ver para la liberación en todo sentido.
A partir de los años ‘60 comenzó la transformación en la música. Estos años son recordados como el comienzo de décadas posteriores revolucionarias en lo que respecta a la rebeldía de los jóvenes. El florecimiento de grandes artistas como los Beatles, Rolling Stone y Jimmy Hendryx, marcaron a su vez el nacimiento de nuevas ideologías y modelos de vida, en la cual encontraron una identidad característica como manifestación a lo conocido y aceptado.
Es aquí donde nace el famoso estilo hippie y con él la minifalda. La píldora anticonceptiva, la liberación femenina, las bandas del momento y los festivales musicales fueron el escenario perfecto para revolucionar la moda. Históricamente las prendas femeninas fueron elementos de control social, aquello que se exhibe del cuerpo femenino se ha convertido siempre en objeto de polémica, de aprobación o desaprobación. Por estos años, Londres se convirtió en el escenario para que la minifalda apareciera en la escena comercial y Mary Quant se convirtió en un referente al hablar de esta prenda, orientando su uso a la escena juvenil que vivía enardecida al ritmo de “The Beatles”.
Además de la aparición de la emblemática minifalda, las características principales del vestuario en los años 60 fueron sin duda la estética futurista, estampas pop art, los vestidos por arriba de los pantalones, los jeans combinados con camisetas con diseños batik, chaquetas bordadas, vestidos de terciopelo y blusas transparentes. Por otro lado, comenzaron a producirse textiles sintéticos, simbolizando el futuro e inspirados en la era espacial.
Las botas caña alta protagonizaron los looks femeninos. Principalmente el material elegido era el charol y fueron las ideales para utilizar con la minifalda. También era común ver botas bajas de color blanco, con taco y puntada cuadrada combinadas con medias de nailon en tonalidades fuertes.
Los ‘70: el legendario “Studio 54”, los Sex Pistols, David Bowie y la sensualidad de la mujer.
Sí bien durante los años ‘60 los jóvenes se revelaron ante el mundo que habían recibido de sus padres, su actitud ante las realidades del contexto social que experimentaban fue esperanzadora: intentaron cambiar el mundo a través de la paz y el amor. Sin embargo, luego de diez años, la generación de los ‘70 comenzaba a formar parte de la vida adulta y vieron ante sus ojos la emergencia de una juventud desmotivada por su futuro cercano. En medio de esta generación, la música vuelve a plantear alternativas, esta vez de la mano del punk y el glam rock. Todas estas expresiones ayudaron a conformar lo que estéticamente se denominó la “Anti-Moda”.
Desde David Bowie a la cabeza, que en 1972 conquistó a las nuevas generaciones con su irreverente estilo, pasando por los Sex Pistols, que a partir de 1976 era la banda característica de la estética punk y mostró, a través de sus canciones y de su vestuario, el inconformismo social hasta llegar a la apertura, en 1977, del legendario Studio 54, donde todo el sector artístico neoyorkino y europeo se juntaba en este popular club nocturno para mostrar derroche de colores y hacer popular la frase “fiebre de sábado por la noche”.
David Bowie y los Sex Pistols
La figura de la mujer se relaciona con la feminidad y seducción, con el color blanco como base, las apariencias satinadas y fuertes referencias en la lencería. Cinturas entalladas, encajes y tacos altos, demuestran a una mujer perfectamente arreglada que comienza a tener fuerte impacto en el mundo social y laboral.
Las principales prendas que marcaron la década y que muchos en la actualidad las siguen eligiendo, fueron los emblemáticos jeans oxfords, los textiles sintéticos tomaron mayor protagonismo: camisas de poliéster coloridas, medias de lycra, tops de cuello “halter” con minishorts y exceso de metalizados. Por otro lado, los monos, los trajes con pantalón y las camisas abiertas hasta la cintura popularizaron la década, al igual que el uso del color y las estampas llamativas.
En esta década es donde se comienza a implementar el jean con el blazer, una combinación popular entre las mujeres, ya que muchas de ellas empezaron a vestirse para adquirir el éxito profesional. La blusa de seda con lazo, medias color carne, zapatos de tacón bajo, y discretas joyas de oro fueron comunes en las mujeres con rol laboral. También en los años ‘70 nace el escote profundo y el blazer masculino se convirtió en una excitante prenda femenina.
Los ‘80: “vestirse bien”
Luego del balanceo a favor del amor y la paz de los años ‘60 y de los salvajes ‘70, la década del ‘80 marcó un desquite de la cultura hippie y del rechazo de esa energía negativa y rebelde de los años pasados. Por estos años se notaba un contraste característico entre la clase rica y la pobre. Luego de que Ronald Reagan fuera elegido como presidente de los Estados Unidos y que Margaret Thatcher sustituyera al Partido Laborista en Gran Bretaña, el rumbo del mundo occidental volvió al conservadurismo en todos sus sentidos.
En la moda todo parecía volver a comenzar y la alocada época punk quedaba cada vez más en el olvido. Las mujeres se volcaron al estilo romántico, donde lucían blusas y vestidos con volados. Lady Diana se casaba en 1981 con su príncipe Carlos vistiendo un vestido salido de un cuento de hadas que iba a ser copiado por muchas. Sin embargo, este espíritu de tranquilidad no duró mucho. Los más jóvenes de aquella sociedad querían ganar dinero tanto como fuera posible y lo más rápido que se pudiese. El lema era “work hard, play hard“, es decir, el dinero ganado con tanto esfuerzo se gastaba tan pronto se cobraba. Quien realmente quería estar de moda debía trabajar doce horas diarias para luego ir de fiesta. Por otro lado, vestirse adecuadamente era de vital importancia para progresar.
El símbolo de los ochenta fueron los yuppies (young urban professionals), los cuales podían llevar traje y corbata sin tener que parecerse necesariamente a sus padres. Para muchos, ello representó una descarga liberadora frente al terror de la dejadez que imperaba en los setenta. El yuppie ideal era soltero y no tenía hijos. Trabajaba en b‹olsa, era abogado o hacía carrera en los medios de comunicación. El hombre yuppie se vestía con trajes cruzados de Armani, Hugo Boss o Ralph Lauren, con hombreras extremadamente marcadas, que simbolizaban su ambición.
De día, la mujer yuppie, llevaba un traje entallado al cuerpo con hombreras de la misma magnitud que las del hombre, faldas cortas y blusas elegantes. Además, el traje pantalón se generalizó como uniforme de trabajo entre las mujeres con cargos directivos. Las hombreras y estos pantalones les permitían irradiar autoridad y poder en dichos puestos de trabajo donde hasta el momento eran ocupados por el sexo masculino.
La moda nocturna era todo Io contrario del traje de tonalidades discretas que usaban en el trabajo, aunque los hombros seguían siendo muy remarcados. Faldas globo, mangas abullonadas y tejidos brillantes de colores estridentes. Christian Lacroix fue el diseñador más codiciado de la década en lo que a prendas nocturnas representa. Diseñó trajes muy llamativos y llenos de fantasía que permitían a la mujer de carrera lanzarse a la aventura por la noche.
No solo el trabajo y la diversión eran excesivos, también se disparó la fiebre por el buen estado físico. El aerobic eran una obligación tanto para hombres como para mujeres. La lycra empezó a popularizarse dentro de la moda. Nunca antes un tejido había realzado tanto el cuerpo femenino. La muier de los ochenta elegía salir a la calle simplemente con unos leggings y un body colorido, en aquellos momentos donde destinaba su tiempo para hacer actividad física.
Por otro lado, estrellas del pop como Prince y Michael Jackson ejemplificaron a la perfección el cambio de identidad masculina. Nada parecía pertenecer cien por ciento a las mujeres y a los hombres, ya que en estos últimos abundaba el maquillaje, la ropa sexy y pelo largo que demostraban que el mundo de la coquetería ya no era exclusivo de las mujeres, Los hombres empezaron a preocuparse por su aspecto y su imagen personal.
Los ‘90: naturalidad y minimalismo
Luego de años marcados por estilos específicos y modas que representaban claramente el espíritu social, los años ‘90 bajaron la velocidad y pusieron el freno de golpe. Esta década estuvo marcada por un impulso claro de los consumidores donde la idea era marcar la individualidad de las personas a través de la ropa, ya que después de muchos años de tendencias diversas y protagonistas, la gente llegó a la conclusión de que la naturalidad y el minimalismo eran el camino hacia una nueva prosperidad.
La moda de los 90 se basaba en los básicos de calidad por sobre una tendencia específica y duradera. Durante esta época la moda se convirtió en algo casual, y se le daba importancia a la comodidad. Lo único que estaba de moda era la protección del medio ambiente. Mediante esta premisa, las prendas llamativas de aquella época eran las creadas bajo el reciclaje de diversos materiales ya utilizados.
Si de estilos se habla, el grunge surge por estos años, de la mano de Kurt Cobain, donde se profundizo la sensación de relajación y looks descontracturados, luego de aquellas mujeres de los ‘80 donde preponderaba el éxito y el poder femenino. La frescura natural llegó a la moda, para darle paso a las mujeres que decidían mostrarse sencillas, con un maquillaje casi imperceptible y con prendas neutras.
La vestimenta de la época se vio marcada por el jean en todas sus versiones, remeras básicas, zapatillas blancas, ropa deportiva, el famoso “slip dress” diseñado por Calvin Klein para Kate Moss, los jumpers, las indiscutidas bomber jackets y míticos looks de la serie “Friends”. Los estampados eran casi nulos, pero si se deseaba utilizarlos se optaba por los clásicos leñadores, floreados pequeños o a cuadrille. Los colores solían ser neutros (blanco, negro o gris), pero para determinadas ocasiones se podían observar acentos fluorecentes.
Frente a esto, se puede entender que la moda no es cíclica, y aunque retoma elementos del pasado no se mueve en forma lineal, si no que, de un contexto histórico a otro, el pasado se conecta con el presente. Finalmente, lo importante es comprender que las transformaciones económicas, políticas y sociales, son parte fundamental del proceso del cambio en la moda.