Messy girl: qué es la tendencia estética que arrasa en 2025
En un contexto donde las redes sociales imponen ritmos acelerados y estéticas pulidas, surge con fuerza una nueva contracorriente: el estilo messy girl, que se consolida como una de las tendencias estéticas más potentes del 2025. Lejos de los cánones inalcanzables y la perfección quirúrgica, esta estética celebra lo descontracturado, lo espontáneo y lo imperfecto. La messy girl no pretende encajar en moldes clásicos ni mostrarse siempre arreglada. Su atractivo está, justamente, en lo genuino: en los mechones sueltos, el maquillaje corrido a propósito, la ropa cómoda y las uñas sin terminar. Es una respuesta estética al agotamiento de las exigencias visuales. Es también una declaración de libertad.

Una actitud antes que una moda
Más que una forma de vestirse o maquillarse, el messy girl es una actitud frente a la imagen personal. Nació como un guiño a los días de “no me importa” y se transformó en un movimiento de estilo con identidad propia. Este fenómeno estético rescata la belleza de lo caótico, como si un look improvisado dijera más que uno milimétricamente calculado. Las chicas messy no intentan verse perfectas, y ese gesto las vuelve magnéticas. A medio camino entre la rebeldía noventera y la estética grunge suavizada, este look abraza lo real: pelos enredados, delineado difuminado y outfits que parecen armados en cinco minutos, pero que esconden una fuerte intencionalidad.

El messy girl: naturalidad con intención
Aunque parezca espontáneo, el estilo messy está lejos de ser descuidado. Se trata de una naturalidad construida, que busca un equilibrio entre lo relajado y lo cool. El cabello es uno de los puntos más representativos: ondas desarmadas, moños bajos mal hechos, raíces visibles o flequillos despeinados forman parte de la estética. El maquillaje sigue la misma lógica: rubores intensos, sombras difusas, labios apenas manchados o gloss desprolijo. En cuanto a la ropa, se imponen prendas sueltas, superposiciones casuales, remeras con manchas deliberadas o pantalones oversize que priorizan la comodidad. Todo esto genera una imagen que comunica autenticidad, pero también una lectura sutil del estilo.

De TikTok al street style
Como muchas tendencias actuales, el messy girl encontró su ecosistema ideal en TikTok, donde millones de usuarias comenzaron a mostrar sus versiones de este estilo con etiquetas como #messygirl o #cleanchaos. Influencers, celebridades y maquilladoras empezaron a reivindicar la estética imperfecta como una manera de romper con la rigidez del clean girl, su contraparte más pulida. El fenómeno saltó de la pantalla a las calles, donde cada vez es más común ver combinaciones desparejas, delineados intencionalmente asimétricos o looks que parecen salidos de una noche larga. Lo interesante del messy girl es su democratización: cualquiera puede apropiarse de este estilo sin necesidad de grandes marcas ni prendas costosas.

La moda como herramienta de expresión real
El messy girl representa una nueva forma de entender la belleza, más honesta, más caótica y más cercana a la vida cotidiana. En lugar de disimular las ojeras o luchar contra el frizz, esta estética propone integrarlos al look como parte del todo. La imperfección ya no se oculta: se luce. Esto conecta con una búsqueda más amplia de autenticidad, donde el cuidado personal no desaparece, pero se vuelve menos esclavizante. El estilo messy no está reñido con el buen gusto, sino que lo redefine desde un lugar más humano, más relajado y, sobre todo, más libre. Y eso, en tiempos de tanta exigencia visual, se convierte en un verdadero acto de rebeldía.

Messy girl: de moda pasajera a nueva normalidad
En 2025, el messy girl se instala como algo más que una moda efímera. Su crecimiento responde a un cambio profundo en la manera en que muchas personas, especialmente mujeres jóvenes, desean relacionarse con su cuerpo, su tiempo y su forma de mostrarse al mundo. No se trata de abandonar el estilo, sino de dejar de fingir perfección. Y en esa sinceridad estética, la messy girl gana cada vez más terreno, no solo en las pasarelas digitales, sino también en la vida real, donde la belleza auténtica empieza, por fin, a ocupar el lugar que merece.