4 tips clave para cuidar tu piel en invierno y evitar la resequedad
Con la llegada del invierno, la piel enfrenta un nuevo desafío: las bajas temperaturas, el viento, la calefacción y la falta de humedad en el ambiente provocan resequedad, tirantez, enrojecimiento y pérdida de luminosidad. Incluso las pieles que normalmente son equilibradas pueden sufrir alteraciones durante el invierno. Por eso, es fundamental adaptar la rutina de cuidado facial y corporal a esta estación, eligiendo productos más nutritivos, gestos más suaves y hábitos que refuercen la barrera cutánea. Cuidar la piel en esta época del año no es una cuestión estética, sino también de salud: una piel bien hidratada y protegida puede resistir mejor los cambios bruscos y prevenir signos de envejecimiento prematuro.

Hidratación profunda como base
Uno de los primeros ajustes que hay que hacer en invierno es en la textura y fórmula de los productos hidratantes. Mientras que en verano predominan los geles livianos o las emulsiones, durante el frío la piel necesita texturas más densas, con ingredientes emolientes y oclusivos que ayuden a retener la humedad. Ingredientes como el ácido hialurónico, la glicerina, la manteca de karité o los aceites naturales (como el de jojoba o almendra) son aliados ideales en esta etapa. La hidratación debe realizarse tanto en el rostro como en el cuerpo, prestando especial atención a zonas que suelen resecarse más, como codos, rodillas y labios. También es importante aplicarla inmediatamente después del baño, cuando la piel todavía está húmeda y lista para absorber mejor los activos.

Invierno: la importancia de una limpieza suave
Aunque muchas veces pasa desapercibido, el tipo de limpieza que se realiza también influye notablemente en el estado de la piel durante el invierno. Los limpiadores agresivos o con alto contenido en sulfatos pueden remover la capa lipídica natural, dejándola expuesta y más vulnerable al frío. Lo ideal es optar por fórmulas suaves, sin alcohol, que limpien sin resecar. Las aguas micelares, las leches limpiadoras y los bálsamos en aceite son excelentes opciones, ya que respetan la barrera natural y dejan una sensación de confort inmediato. También es recomendable evitar el uso excesivo de exfoliantes, ya que pueden generar microlesiones e irritación en una piel que ya de por sí está sensibilizada por el clima.
Protección solar: sí, también en invierno
Uno de los errores más comunes es descuidar el uso de protector solar en invierno. Aunque los rayos UVB disminuyen en esta época del año, los UVA —responsables del envejecimiento prematuro y del daño celular profundo— siguen presentes incluso en días nublados. Por eso, aplicar protector solar todos los días sigue siendo una parte fundamental de cualquier rutina de cuidado. Los protectores hidratantes con SPF 30 o superior son una excelente alternativa para combinar protección con nutrición. Además, en zonas con nieve o alta exposición a superficies reflejantes, el sol puede tener un impacto incluso mayor, por lo que no hay excusa para saltearse este paso clave del skincare.

Invierno: hábitos saludables que complementan
Además de los productos, existen pequeños gestos y hábitos que ayudan a mantener la piel en buen estado durante el invierno. Evitar las duchas demasiado calientes es uno de ellos: aunque sean tentadoras, el agua caliente puede resecar aún más la piel. También es recomendable ventilar los ambientes y utilizar humidificadores en espacios cerrados para contrarrestar el aire seco de la calefacción. Beber suficiente agua y mantener una alimentación rica en frutas, verduras y ácidos grasos esenciales favorece la hidratación desde adentro, completando el cuidado externo con una base interna saludable. Dormir bien y controlar el estrés también influye: la piel refleja mucho más de lo que pensamos.

Piel cuidada, piel protegida
El invierno no tiene por qué ser sinónimo de piel opaca, tirante o irritada. Con los cuidados adecuados, es posible mantener la piel luminosa, suave y equilibrada durante toda la temporada. La clave está en escuchar lo que necesita, adaptar los productos a las condiciones del clima y sostener una rutina constante. Estos cuatro tips básicos —hidratación profunda, limpieza respetuosa, protección solar diaria y hábitos conscientes— son el punto de partida para atravesar el frío con una piel sana, protegida y radiante. Porque incluso en los días más grises, tu piel puede seguir brillando.